¿Simulación, amnesia o incapacidad?
*Artículo originalmente publicado en “El Imparcial” el 3 de febrero de 2019.
Era diciembre de 2016; yo venía volando a Sonora, proveniente de Quintana Roo, pues habían solicitado la asesoría de mi equipo en materia de organización en zonas vulnerables. En el avión, escribí la columna “La madre de las crisis (o los alquimistas en el gobierno)” en la cual describí con detalle el gran desfalco que se pretendía hacer en contra del erario hermosillense (y por ende, de su capacidad operativa), vía la concesión del alumbrado público. En ese entonces, la nueva administración municipal no tenía ni tres meses en funciones, pero ya pintaba para ser una de las más desafortunadas. En dicha reflexión tracé un paralelismo entre la manera tan soez en la que una “clase política” había desecho económicamente a Quintana Roo (por esa rampante corrupción, también se disparó la inseguridad) y lo que podría suceder en Hermosillo si no se entendía que debía superarse la ambición rapaz por querer hacer del ejercicio público una avenida para enriquecerse, y en el ínter, como decimos aquí: llevándose entre las patas a la ciudadanía. Lamento no haberme equivocado con el pronóstico.
Unas semanas después, en enero del 2017, varios ciudadanos nos organizamos -de manera espontánea- para luchar en contra de esta concesión. Algunos hicieron estrategia, otros estudiaron los antecedentes, otros el marco jurídico, etcétera. Unas eran amas de casa, otros eran profesionistas jubilados, unos estudiantes y otros maestros; algunos se conocían y otros no. Se trató del más puro reflejo del involucramiento de la genuina ciudadanía, por ir en contra de un monstruo con mucho poder y con muchos millones de pesos para respaldar sus intenciones. Paralelo al escándalo nacional del gasolinazo, que vio como miles de mexicanos salieron a la calle a protestar, nuestro grupo también lo hizo para impedir que esa concesión tan comprometedora se llevara a cabo. Finalmente, el cabildo sesionó prácticamente a escondidas de sus representados y se consumó esta maniobra. El servicio de alumbrado público, hace no mucho tiempo era calificado como el mejor, junto con el de recolección de basura. En menos de cuatro años, desde el gobierno tronaron a ambos.
Como tengo la impresión de que la gente (sobre todo la que está en el gobierno) tiene una extraordinaria capacidad para olvidar las cosas, en abril del 2018 escribí la columna “Manual para hacer buenos changarros desde el gobierno”, donde detalladamente narré lo que terminó sucediendo durante todo el 2017 y que predije el año previo a ese. Esta semana, casi un año después, la alcaldesa López dio una rueda de prensa para dar a entender que toda esta leonina circunstancia (de la concesión del alumbrado público) afecta a Hermosillo y que la va a combatir. ¿Podrá con el paquete? Me parece excelente el show mediático, pues es parte de la narrativa política que acompañará a lo que venga, pero si no se acompaña con un golpe de calidad, con estrategia fina y con aptitud jurídica, nuestra edil hará el ridículo… ya que condiciones para ganar esta batalla, existen. Soy testigo de primera mano que algunas de las mentes más capaces en el Derecho (a nivel nacional) ya le ofrecieron ayuda… por ende, teóricamente se descartaría el elemento de la ineptitud pues ya se contaría con material humano para enfrentar el problema. Ya que andamos en el tema, será sano que la actual administración municipal también informe qué pasó con la inversión multimillonaria que se realizó en la administración de López Caballero, cambiándose (comprando) miles de focos y prometiendo un ahorro de 800 mil pesos mensuales para la comuna. La ventaja que tiene la alcaldesa es que el ex alcalde y ella formaban parte del mismo grupo político hasta hace relativamente poco, y por ello estoy seguro que tendrán un muy buen intercambio informativo.
Estamos ante un escenario muy interesante, estimados lectores, porque si no nos gana la simulación (corrupción) o la incapacidad de los involucrados en este episodio, deberíamos -con toda certeza- estar en la antesala de algo histórico: por primera vez se libraría una lucha donde hay cientos de millones en juego, donde está el prestigio de una ciudad en juego; donde desde el gobierno se protegerían los intereses de la ciudadanía, no los de los grandes empresarios y sus peones en la burocracia. Es decir, estamos ante la posibilidad de que un gobierno y quienes lo ocupan, ahora sí hagan lo que deberían hacer (y no al revés). Es viable que esta concesión se eche abajo, que cambien las condiciones y que incluso -si se quiere crear un precedente- se procese penalmente a varios de los involucrados en la operación, pues nunca les importó el gran perjuicio que le provocaron a nuestra polis, con tal de ganar unos pesos. Vamos viendo.