No destruir, sólo porque no se entiende

Jesús M. Acuña Méndez
4 min readAug 4, 2019

Si uno quiere conocer más sobre la formación humana y académica, o simplemente sobre la cosmovisión de equis gobernante, basta ver cómo toma las decisiones desde el poder. Por ejemplo, tras su primer año, el Ejecutivo Federal encabezado por Peña Nieto envió un recorte del 20% al presupuesto destinado a investigación y desarrollo tecnológico. Como quienes saben del tema reconocen, uno de los comunes denominadores claves entre los países desarrollados es que han logrado avances muy importantes en materia tecnológica… mientras que en el subdesarrollo, se aspira a ser maquileros (como nosotros). Esa acción del entonces presidente -y de su equipo- demostraba dos cosas: el gran desprecio a la cultura del conocimiento, a querer avanzar por medio de los descubrimientos científicos; mostraba -en resumen- mucha ignorancia. Hace seis años, cuando vi esa información sentí coraje, pero al mismo tiempo entendí que tenía toda la lógica, debido a la formación de un presidente bueno para posar para fotos y mejor para plagiar tesis.

En mi caso, como especialista en el diseño y aplicación de políticas públicas, quizá el punto más importante para que se tome una decisión encaminada a resolver determinado problema es tener la mayor cantidad de información disponible. A esto se le conoce como evidencia. Imagínense algún gobierno diga “vamos a hacer esto o aquello” basado en oídas, en corazonadas, o en simples percepciones (por más buena voluntad que exista); así sólo se pierde el tiempo (oportunidades) y recursos. Por el contrario, para encontrar la verdad debemos preguntarnos: ¿por qué existe este problema? ¿Por cuánto tiempo ha persistido? ¿Cuáles son los factores que permiten que continúe y cuáles podrían resolverlo? ¿Qué herramientas se necesitan? En esta década, una de las principales herramientas que ha utilizado mi equipo de trabajo, en nuestra plataforma de gobernabilidad son los datos que nos proporciona tanto INEGI como CONEVAL. Cuando nos contratan gobiernos locales, nuestro paso principal es obtener la mayor información posible de su situación para poder tener un pre-diagnóstico. Sin esas herramientas, no tendríamos un punto de inicio.

Volvamos al tema de la formación: en un contexto de cultura política donde se hace mucha lana a partir del robo, de las transacciones en lo oscurito; donde se consiguen chambas (¡con nula justificación profesional para ello!) por seguirle la corriente al jefe, etc. a Peña se le hizo fácil querer comenzar a meter mano en partes claves del INEGI; quiso colocar a neófitos en puestos claves y querer modificar las rutas de cálculo para medir la pobreza. Como en el box, ese uno-dos resultaría clave para poder manipular a su conveniencia los raquíticos resultados que su gobierno dio. Había que tapar las robaderas en SEDESOL y el rotundo fracaso en la famosa “Cruzada contra el hambre”. Afortunadamente, la oposición partidista y la ciudadana (especialistas) nos manifestamos por diferentes vías para visibilizar el problema e impedir que esas obscenas maniobras se consumaran.

Regresemos al presente. Ahora comienza una reestructura (desmantelamiento) del principal instrumento en México para medir la pobreza, al único al cual ni los de derecha ni los de izquierda le ponen peros: el CONEVAL. Y regreso también a la formación del Presidente; por su perfil, puedo entender por qué toma esta decisión. Lo alarmante es que nadie -dentro del séquito- salvo Gerardo Esquivel, se atreva a expresar que esto es un error y a decir por qué. Me niego categóricamente a pensar que no lo digan porque no lo sepan, pues eso sí sería muy delicado. Dentro de los opinadores, burócratas de segundo nivel y oficiosos del nuevo gobierno he escuchado una y otra vez que repiten: ¿y de qué sirvió el CONEVAL con tanto robo, con tanta pobreza, con tanta desigualdad? Su ignorancia en la materia les impide entender que esta herramienta sólo mide la realidad y que las otras administraciones encargadas de cambiarla, por su orientación cleptómana, continuaron en la clásica simulación. Para este nuevo gobierno, que dice aspirar a hacer del combate al atraso su prioridad, desmantelar también el CONEVAL es como quererle quitar a un submarino su sonar; seguirá teniendo el periscopio… pero se estará desperdiciando su propósito. En una inercia como ésta, podríamos -por ejemplo- llegar al 2024 con “mediciones” que nos quieran hacer creer que las ninibecas le cambiaron el rostro al clima de oportunidades y progreso en México. Vaya escenario complicado en el que nos encontramos.

POSDATA:

Es tanto nuestro desprestigio acumulado internacionalmente, que a Trump se le hizo fácil amenazar a México con los aranceles, para desviar atenciones de sus otros problemas (China y FBI/Rusia). No le importó que haya nuevo gobierno ni en cuál transformación vayamos. Aquí se apechugó, se acató el mandato gringo y se enviaron a miles de militares a las dos fronteras, para frenar migrantes. Hoy, un desgraciado fue a un Walmart en El Paso, a matar hispanos, por considerarlos basura y por creer el discurso de su Presidente. No podemos hacer como que no hay correlación entre los hechos de hoy y el tono cáustico de Trump. No estaría de más una expresión oficial de este lado, así como las que se hicieron antes y durante de la campaña, exigiendo más respeto a nuestra gente.

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Jesús M. Acuña Méndez

Trato de actuar como pienso. Trabajo en el diseño y ejecución de políticas públicas. #CREAMOSMéxico