Manual para hacer buenos changarros desde el gobierno

Jesús M. Acuña Méndez
3 min readApr 12, 2020

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*Artículo originalmente publicado en “El Imparcial” el 1ro de abril de 2018.

En un sistema donde el 85% de los candidatos tienen como dueños a empresarios o políticos, no a la ciudadanía, no sorprende que nos salgan como nos han salido. Y ya como hay tanto cinismo y descaro, aquí les daré un par de ideas para que le den a ganar más a sus verdaderos propietarios y patrones (que definitivamente no somos nosotros). Para ello, narraré dos historietas 100% fantasiosas. Imagínense una ciudad donde la gente tuvo a un alcalde con características de delincuente profesional. Este individuo, a media administración, cambió más de cincuenta mil luminarias en la ciudad, anunciando que ello representaría un ahorro de alrededor de ochocientos mil pesos al mes. Además, públicamente se dijo que los nuevos focos tendrían –por su maravillosa tecnología- diez años de vida útil. Dejó de ser un secreto a voces la manera en la que este funcionario –y su equipo- se despachó con la cuchara sopera y ello generó gran enojo entre la población de esa entidad. Cuando llegó la elección, una vez más la ciudadanía se enfrentó a la opción de elegir entre una mala opción y otra peor. El alcalde saliente, con tal de que no se le vinculara a ningún tipo de proceso penal (ganado a pulso), pactó con sus “adversarios” y así fue que su partido perdió. El siguiente alcalde, del cual se sospechaba era severamente limitado, tenía que comenzar a preparar el terreno para retribuirle a sus dueños por haberle dado esa chamba. Lo que vino es una joya para manipular a una masa desprovista de pensamiento crítico, sumado a su prioridad de sobrevivir día con día.

Una de las mejores maneras para hacer un buen business, un buen changarro desde el gobierno, es socializar las deudas para privatizar las ganancias. Pero es el chiste es poder crear un escenario para que ello pueda cuajar. Una de las más viejas técnicas para ello es crear un problema donde este no exista, para después presentar “soluciones” que beneficien a los intereses particulares. Esto fue lo que hizo el segundo alcalde: deliberadamente se comenzaron a dejar sin mantenimiento miles de luminarias e incluso simplemente se le “bajó el switch” a áreas importantes de la ciudad. Como en el ayuntamiento no se tenía ninguna visión ni experiencia para gobernar, paralelamente incrementó también la delincuencia. Fue así que organizaron a un grupo de paleros, disfrazados de ciudadanos, que se aparecieron en los medios para que esa ciudad “tuviera luz”, pues ello también representaría una disminución en la incidencia delictiva. Aprovechando –como siempre- el entorno de una sociedad civil desarticulada e indiferente, se comenzó a trabajar de manera relámpago para privatizar el servicio del alumbrado público, generando un gasto de cientos de millones de pesos para la ciudad. La oposición en el cabildo era de mentiritas (cuando no son cleptómanos, son ineptos) y, aprovechando el historial delictivo del esposo de una de las regidoras, la manipularon para que diera su voto a favor de la mañosa operación. Nadie sabe qué pasó con las luminarias que se pusieron dos años antes y que costaron muchos millones de pesos y al día de hoy, en esta historia imaginaria, muchas de las nuevas lámparas (que también serían de la más avanzada y preciosa tecnología) ya ni encienden. Se manipuló a la gente, se provocó un problema y para resolverlo se changarreó con un servicio público de primera necesidad… para beneficiar a los de siempre.

Segunda historia ficticia: la construcción de un aeropuerto en un lago. Nunca se había visto que uno de los gobiernos más corruptos de la historia trabajara a marchas forzadas para que sea imposible cancelar una obra. ¡Habrase visto: trabajar adelantándose con lo calendarizado! Pero a algunos les llamaba mucho la atención que hubiese un verdadero terror de parte de los “defensores de la modernidad y la democracia”, a que se revisaran los contratos. En esta ficción, un amigo me comentó el otro día que veía cómo la Terminal 2 de esa imaginaria ciudad, se estaba cayendo y opinaba que urgía el nuevo aeropuerto. El no entiende que ese descuido es adrede, como lo fue con el asunto de la luz. El gobierno ya le empezó a decir a la gente que sus ahorros (que fueron invertidos sin su permiso) estaban en juego, para que fueran ellos –vía el miedo- el gran escudo frente a una posible voluntad revisionista de esa obra, a todas luces controversial. Cómo me tranquiliza saber que esto es sólo imaginación mía, pues de ser real –y no hacer algo- tendríamos ganado a pulso gobiernos como los arriba descritos. Bienvenidos todos al inicio formal de las campañas.

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Jesús M. Acuña Méndez

Trato de actuar como pienso. Trabajo en el diseño y ejecución de políticas públicas. #CREAMOSMéxico