Los Intocables: primera parte.
Creo que los gobiernos históricos, los que sí trascienden la demagogia, son producto de tres elementos determinantes: la coyuntura (la realidad de ese momento, en ese lugar), la voluntad/visión de los liderazgos y la calidad del capital humano que llevará las riendas de las principales responsabilidades en el servicio público. Alguien podría sumar a esta lista, el apoyo popular como factor clave, pero creo que sería un derivado del grado de legitimidad construida por un buen gobierno. El inicio de esta reflexión es importante y regresaré a ella más adelante.
Es prácticamente unánime la opinión de que el gobierno encabezado por Samuel Ocaña (1979–1985) ha sido el mejor en Sonora. El primer calificativo que brinca al hablar de esa administración, es la honestidad. En el presente, donde parece que el servicio público es la ruta para enriquecerse mágicamente, la honorabilidad sobresale como si se tratase de una característica sobrehumana, cuando debería ser el estándar mínimo de todo funcionario. La honestidad no era sólo de Ocaña, sino del equipo de personas al que él les pidió lo apoyaran en dicha administración. Eran otros tiempos, eran otras personas. Ese gobernador no estaba acomplejado por el talento de su equipo, sino todo lo contrario: buscó a los mejores cuadros -no a los lisonjeros o paleros- para que pudiera hacerse el mejor gobierno posible. Ese gobernador no fue producto del parasitismo político; esa no fue su escuela, sino una consecuencia inexorable del Cardenismo. Entendió que gracias a esa visión de Estado es que él pudo desarrollarse, teniendo todos los momios en contra al haber nacido en un rinconcito de la sierra sonorense, en 1930.
En aquel gobierno, la honestidad, de la mano con el carácter y la eficiencia, hicieron que la procuración y la administración de justicia en Sonora no fueran un dolor de cabeza para los ciudadanos ni para su gobierno. Ni qué decir de las múltiples instituciones que se desarrollaron y que perduran -como pilares- en el Sonora de hoy. Pero esto únicamente se puede lograr cuando llegan al poder personas ajenas a grilletes emocionales, intelectuales o éticos.
Regreso al inicio de la reflexión. Hoy Sonora se encuentra en la antesala de un punto de no retorno. Si continúa el statu quo, será muy difícil rescatar a un estado al que lo han dejado -a punta de corrupción, impunidad e incapacidad- en un profundo agujero. Quien aspire a romper con esa perversa inercia, debe tener la visión para no dejarse llevar por el canto de las sirenas ni por las nimiedades vulgares del poder. Atrás deben quedar las fórmulas mágicas de mediocres que prometen alquimia económica, cuando la abrumadora realidad desnuda un panorama adverso. No bastan los títulos académicos: ahí está el caso de aquella inepta servidora pública con 12 doctorados y 34 diplomados, que fungía como coordinadora en la Guardia Nacional.
Regreso al inicio de la reflexión. Hoy Sonora se encuentra en la antesala de un punto de no retorno. Si continúa el statu quo, será muy difícil rescatar a un estado al que lo han dejado -a punta de corrupción, impunidad e incapacidad- en un profundo agujero. Quien aspire a romper con esa perversa inercia, debe tener la visión para no dejarse llevar por el canto de las sirenas ni por las nimiedades vulgares del poder. Atrás deben quedar las fórmulas mágicas de mediocres que prometen alquimia económica, cuando la abrumadora realidad desnuda un panorama adverso. No bastan los títulos académicos: ahí está el caso de aquella inepta servidora pública con 12 doctorados y 34 diplomados, que fungía como coordinadora en la Guardia Nacional.
El próximo gobernador debe vencer la soberbia y la seductora necesidad de la adulación, para buscar no a los achichincles más complacientes, sino a los colaboradores más habilitados para evitar que el barco se hunda. En ese sentido, no puede haber medias tintas ni regateos: o se va en serio o será más de lo mismo. Como ya lo he dicho antes, el epicentro del rescate está en combatir la inseguridad desde sus orígenes: la falta de justicia (procuración y administración) así como la creación de capacidades en los más vulnerables (desarrollo humano). Sin Estado de Derecho, hablar de inversión, empleo o crecimiento seguirá siendo una simple fantasía. Pero para esta tarea en particular, el próximo gobierno puede establecer un grupo especializado, que cuente con todo el respaldo político y operativo para depurar las instituciones y el contaminante clima que tanto perjudica a la ciudadanía. Protegidos por la Fuerza del Estado, estos intocables podrían ir contra la criminalidad (de cuatreros y gobernantes) que azota al estado. Un grupo élite así, que no ha existido en Sonora y que sería histórico (porque histórico es el tamaño del reto) puede constituir el ariete central del próximo gobierno. Hablaré más de esto en mi próxima entrega.